La apuesta de la galería Alba Cabrera para Abierto València 2022 incorpora el trabajo más
reciente del artista Vicente Gómez (València, 1975), una ambiciosa presentación acorde con el
modo en que se consolida dicho evento cumpliendo una década de celebración. Por eso, el
proyecto de la galería nos habla de estratos, de capas y capas de esfuerzo y reflexiones en un
ámbito como es el artístico, tan conectado con la sociedad y necesariamente sensibilizador.
Su pulsión por expresar más allá de los límites de un mundo polarizado hace que los pliegues
que el artista crea en sus piezas evolucionen, trazando un recorrido desde la pintura hasta la
volumetría de la fibra y las capas. En una experiencia extraordinaria, accedemos a la galería
para conocer la obra de Gómez y nos lleva a analizar cuestiones metafísicas a la par que
sociales. Se trata de juegos entre la bidimensionalidad y la tridimensionalidad, con superficies
de las que emergen imágenes divididas a través de la línea. Las líneas dominan la escena y
ponen orden en un momento en el que el orden transmite una sensación de seguridad que
arropa y reconforta.
Encontramos pliegues que evolucionan del verde al azul, representaciones de un espacio en
gran formato con un componente racional bajo el sugerente título Esquizopliegue una de las
obras principales en la que disfrutamos de la estratificación horizontal y luego un pliegue que
parece geológico, que se hunde entre azules y rosas e incluso amarillos, que nos lleva hacia el
centro de la tierra, a conectar con nuestras raíces.
El pliegue y la piel es un proyecto arraigado en el presente, que nos hace pensar sobre la
última década a partir de la abstracción; que sirve para el gozo estético tanto como para la
concienciación. No en vano, el artista afirma sobre el proceso de creación del mismo: “durante
la pandemia mi estudio se convirtió en mi refugio, para protegerme a través de la pintura”. Esa
capa protectora se traslada a las piezas con un toque final de espray que genera mayor
profundidad y se adapta a los lenguajes más actuales, mezclando la cultura urbana con el arte
contemporáneo.
En el planteamiento del montaje expositivo se evidencia el componente estratológico, ya que
estas series no hubieran sido posibles sin la acumulación. La superficie de cada pieza remite a
una falla geológica dentro del arco de la geometría. Alrededor de una docena de piezas
componen lo que podría entenderse como una gran instalación, un proyecto instalativo en el
que las obras funcionan por separado, individualmente, pero también en forma de exposición
inmersiva. Cada zona del recorrido en la galería está pensada para que el espectador se
adentre gradualmente en el universo del artista y lleve a cabo su propio ejercicio de
introspección, crucial en los tiempos que corren. La exposición puede transitarse con la mirada
dirigida por los diálogos entre las piezas, las gamas cromáticas o el impulso de acercarse a
aquellas volumetrías que casi producen un efecto óptico, porque el itinerario es libre. Entre la
delicada selección de piezas de reciente producción encontraremos tamaños de gran formato
y otros pequeños, incluso dibujos, variedad ideada para la perfecta composición al mismo
tiempo que para situarse al alcance de todo tipo de coleccionismo, joven, puntual, inicial o con
una colección sólida a la que incorporar la presencia de Gómez. Además, trae como sorpresa
dibujos de pequeño formato cuadrado que parecen portadas de vinilos sin enmarcar, reunidos
como en un gran políptico donde predomina el blanco y negro sobre paspartú reciclado.
Esta muestra es, en definitiva, una narración en torno a las capas que tenemos alrededor y en
el interior, se abre como una persiana gris a través de la cual entra el sol en forma de una
pincelada amarilla en su parte superior, trazando un horizonte optimista. Cumple con los
objetivos de Abierto València en amplitud de sentidos y ofrece tanto al público general, al
experto y al coleccionismo un soplo de aire fresco.
Marisol Salanova.