Los paisajes que muestro en esta exposición están inspirados en un paraje de la Montaña de León, la tierra de mis abuelos maternos. Son el resultado de una profunda observación de la objetividad formal, y también de la meditación sobre el sentimiento que produce en mí la configuración de este espacio.
De los innumerables elementos visuales que me motivan, he destacado los tres más determinantes: montañas, nubes y casas. Montañas de colores huidizos, casas de piedra rotunda y nubes efímeras. Conjugar plásticamente estas tres poderosas fuerzas ha sido el objetivo de mi trabajo durante los últimos años en los que he ido sintetizando forma, composición y color.
La estética cubista me proporciona los recursos estructurales que necesito para expresarme. Es evidente que me interesan los efectos que la luz produce en las formas, la cambiante luz que se multiplica a cada instante como la propia naturaleza. Y también me interesa alimentar el juego de la fantasía, sin la que todo sería más anodino.
Por ello hago que las nubes se mimeticen con la superficie de las casas, que aparezca agua ondulante sobre el asfalto, o que los árboles y montañas se fragmenten a través de la superficie del cuadro. Y en equilibrio con estos malabares espaciales, los constantes planos de luz, que juegan con sus múltiplos hacia lo infinito.
“Arquitectura del sentimiento”, Acuarelas, y “El perfil de las nubes” y “Fondo de calle”, Óleos, son las series a través de las cuales he intentado describir la belleza de la Montaña leonesa y que podréis ver en la Galería Alba Cabrera a partir del 2 de mayo.